Pablo Martín Caminero (et al). Facultad de Letras. Universijazz. 07/05/2014

Ariel Bríguez
Miércoles 7 de mayo, última edición de la temporada 2013/14 en Universijazz. Los rigores de la temperatura, ya casi veraniega no llenan el aforo, no obstante buena entrada. Los asistentes se convierten en privilegiados, porque el cuarteto del contrabajo Pablo M. Caminero, enorme músico con unas tablas increíbles (durante todo el concierto interactuó con el público con simpatía y buen gusto), nos ofrece eso mismo, un ensayo privilegiado de temas aún no grabados. Primero, presentemos a los músicos: el mencionado, Pablo m. Caminero, líder de la banda, al contrabajo; Moisés Sánchez, al piano; y los cubanos, Ariel Brínguez y Michael Oliveira, al saxo y la batería, respectivamente.
Abren fuego con un tema fresco, brioso. Jazz con claras raíces hispanas, confirmadas en el segundo tema, “Trianatón”. Compases de reggaeton trianero, la batería machacona, de fondo. Luego progresión imparable. Para mi gusto algo largo, aunque gratamente sorprendente. Tercero, sin título, seguidilla llevada al lenguaje del jazz, seguimos con el acento hispano. Suena el saxo soprano como una cobra que bailara desnuda, contrabajo y batería en íntima complicidad. Al final, el contrabajo maúlla como un gato y se unen todos los instrumentos hacia un mismo camino.
Cuarto tema, Pablo nos explica que la compuso para un documental. Tema lento y lluvioso. Nos asalta el intimismo de un saxo seductor. El contrabajo también respira melancolía. Se une a la fiesta el piano con un brillante monólogo que electriza el tema. Vuelve la calma al final, el mar en calma. Llegamos al final, seguimos sin títulos, composición luminosa en palabras de Pablo. El bis, “Es lo que hay”. Sí, sí, ése es su título. Tango-rumba a ritmo binario, parte a y parte b. Luchas conyugales por la mañana, comienzo energético que sabe a zumo de naranja. Parte b, contrabajo susurrante. Las dos partes se funden en una misma nota. Solo magistral del piano. Le toca a la batería ahora, que preludia la unión final del grupo. Despedida llorosa de un contrabajo que suena a violín. Nuevo enchufe colectivo de despedida. Todos nos despedimos bebiendo cerveza, por cortesía de “Cervezart”, una nueva aventura de varios empresarios ciudarrealeños, exquisita cerveza de elaboración propia bautizada “Malvados”, en sus dos versiones, lager y doble malta. Y lo dice un experto cervecero como es Atticus, que ha estado en los mejores antros cerveceros del planeta.
En fin, un año más de delicias sonoras para los ciudarrealeños, un privilegio (insistimos, ¡un auténtico privilegio!) y un placer para los sentidos, gracias Antonio, gracias a la UCLM, y, sobre todo, ¡gracias a los músicos! Hasta el próximo Universijazz.

Jorge Fernández-Bermejo Rodríguez